Una de las parroquias fernandinas de Córdoba, pero
remodeladas en el barroco. A la izquierda, en una nace lateral, en la cabecera
de la Iglesia se halla una capilla del sagrario con un friso superior en su
entrada que señala el año de construcción: 1761 y junto a él las palabras, O sacrum convivium in quo Christus sumitur:
tomadas de santo Tomás de Aquino: «¡Oh sagrado banquete, en el que se recibe al mismo Cristo, se
renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una
prenda de la gloria futura».
El
Sagrario en madera dorada como todo el retablo, tiene una maravillosa puerta
policromada en la que se representa a Cristo Buen Pastor, en una zona
montañosa, un corderillo le mira y una oveja se encarama sobre él y el Pastor
divino la acaricia. A los pies en el centro, El
Sagrario en madera dorada como todo el retablo, tiene una maravillosa puerta
policromada en la que se representa a Cristo Buen Pastor, en una zona
montañosa, un corderillo le mira y una oveja se encarama sobre él y el Pastor
divino la acaricia. A los pies del Pastor, una corriente de agua clara. Unos árboles
y un cielo de fondo, contribuye a dar a la imagen una sensación de paz y es fácil
sentirse esa oveja que se acerca al buen Dios.
Si
queremos profundizar más, sentiremos la voz de Jesús que nos dice: “Yo soy el
buen pastor” (Juan 10,11), y como cada una de las siete declaraciones de Jesús,
diciendo registradas “Yo soy”, contenidas en el Evangelio de Juan,
descubriremos que con ellas el Señor nos quiere mostrar su identidad y su
relación con nosotros. Pero Jesús no es un pastor más, Él es el único (cfr. Sal
23, Zac 13, 7, Heb 13,20, 1 Pe 2,25; 1 Pe 5, 4). Y además es bueno absolutamente,
en contraposición a lo malo y con una bondad interior que nadie puede superar.
Es tan absoluta su bondad y su amor, que da la vida por sus ovejas.
Key Words: Jesucristo: Buen Pastor, Ovejas, Corriente de agua, Siglo XVIII
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